LOCALIDADES AGOTADAS

BARRO, 2021




Bomarzo

En 1984, cuando tenía 19 años, viajé a Buenos Aires para conocer el Teatro Colón. Se reestrenaba después de doce años la ópera Bomarzo, de Alberto Ginastera, con guión del propio Mujica Lainez. Era una noche fría de mayo y por supuesto yo llegaba tarde. Corrí entre los timbres y llegué a mi lugar en el paraíso en medio del apagón. Entré en una oscuridad cálida, una especie de boca muy húmeda con aliento a Au Savage, de Christian Dior. En el primer acto, mucho antes de que el joven Pier Francesco quedara hechizado por la danza de un gran esqueleto o tomara la poción que le prometía vivir por siempre con su joroba y su deseo por los hombres, el respetable señor que estaba sentado al lado mío me agarró la mano y la puso sobre su bulto. Había llegado a un paraíso caliente sin inmortalidad. De este lado del escenario, el tiempo transcurría entre los crujidos de los asientos de madera –que cantaban como un coro los movimientos de esa danza inmóvil–, y mi saliva, mi mano allá, mis propios pantalones y la visión del destino de Pier Francesco, que iba mostrando sus garras.

Lolo y Lauti plantean en esta muestra que el teatro ha sido una suerte de proto-Grindr. Tal vez sea cierto. Lo que es seguro es que a partir de esa visita al paraíso, viví muchas situaciones que en esa época solo sucedían en la penumbra, a escondidas de las luces de la época. Forman en mí –como dijo Mujica Lainez del jardín y las estatuas que mandó a hacer el duque Bomarzo para expresar sus tormentos– “una autobiografía escrita en un sueño”.

En Localidades Agotadas, Lolo y Lauti encuentran su propio paraíso, el lugar más privilegiado: las bambalinas. Otra forma de la oscuridad. Y desde ahí recorren anécdotas y situaciones que habilitaron no solo la posibilidad de nuevos encuentros sexuales, sino que construyeron un nuevo lenguaje, un lenguaje absolutamente porteño que va a la raíz y es el bastión de la vida cultural de Buenos Aires: el teatro.

Lolo y Lauti proponen una muestra que susurra una de las inscripciones de aquella selva caprichosa construida por el duque Bomarzo: “Tú, que recorres el mundo en busca de grandes maravillas, ven aquí, donde encontrarás caras horribles, elefantes, osos y tigres”.

Esta es la escena, entonces, del hechizo mayor, en la que cada visitante encuentra el tesoro más abultado y extraordinario que haya visto jamás: lx putx que lleva dentro.

— Raúl Flores
para Lolo y Lauti
Buenos Aires, Abril 2021