CARMEN

EN COLABORACIÓN CON RODRIGO MORAES
MAC (PANAMÁ), 2018
MALBA, MAYO 2019
VERMELHO (SAO PAULO), 2019




Carmen

¿De qué maneras pueden establecerse colaboraciones intensas y reveladoras entre diversos artistas y las comunidades de la ciudad de Panamá? Esta pregunta es el motor detrás del proyecto internacional de arte urbano que Humberto Vélez y yo hemos llamado «Ciudad Múltiple 500». 

Lolo y Lauti, los primeros artistas invitados, se propusieron hacer una adaptación filmada de su ópera preferida, Carmen, con integrantes de la comunidad drag y trans de Panamá, para lo cual estuvieron más de un mes en la ciudad (Rodri un poco menos). Conocieron al equipo de «Ciudad Múltiple 500» y a otro montón de gente, exploraron el «terreno», se mudaron al Casco Viejo de la ciudad y residieron en el gran ático del edificio que alojó el primer Conservatorio del país. En ese espacio simbólico, hermoso y algo destartalado hicieron el casting a las artistas que conforman el elenco  de Carmen. Y ahí ensayaron, filmaron y editaron su «ópera contemporánea». 

Miss Veneno Fraimpark, Conchota Grande Iriarte Fraimpark, Lolita Starfish Fraimpark  Von Dee, Bubblegum Fraimpark, Alexa Fraimpark, Lorena Iriarte Fraimpark, Libia Fraimpark, Cordelia Fraimpark, Jamie Rivers Fraimpark, Rosario Arias Castaño, Ja’la De La Fressange, Galilea De La Fressange, Dragnessa Williams, Charlie Chiskei, Laidy Boo, Angela Victoria Jhanono, Lana Michelle Visser Carangi, Lanesys Nicole Harts, Yineth Layevska y Brittany Yokasta Smith King son todas Carmen: la legendaria gitana rebelde que muere apuñalada por su amante y cuyo nombre significa ‘carisma’. 



«La escena drag de Panamá es riquísima y muy sofisticada». (Lauti)

«Las Fraimpark son, para nosotros, tal vez el mejor colectivo de arte joven en  Latinoamérica en este momento». (Lolo)



Lo primero que aprendí de Lolo y Lauti es su voluntad de invitarnos a jugar en un presente alternativo. Aprovechan los recursos que tienen a mano y se apropian de códigos muy heterogéneos para dar asombrosas vueltas de tuerca a nuestras  sensibilidades.

Lo segundo que aprendí de ellas es su manejo del humor como un ejercicio irreverente, festivo, amoroso y desestabilizador de certezas. Diría que es un humor ético, incluso. Queer.

Y lo tercero (¿será ese el orden?) es su fascinación con el cuerpo como espacio político  y con el poder infinitamente transformador y esquivo de la teatralidad. Esta es su operación irreducible.



El espléndido preludio de la ópera de Bizet es también el preludio de la Carmen de  Lolo y Lauti. Pero su versión no sigue la trama del original. De hecho, no sigue ninguna línea narrativa o formal. Su lógica es otra. El filme se centra en el proceso mismo de hacerlo: en el casting, las entrevistas, los ensayos... Y al mismo tiempo se centra en el elaborado arte combinatorio, ritualista y performático de las reinas drag. Un arte que  se deleita en crear ilusiones y romperlas, en ponerse y quitarse la máscara. 

La pantalla de este filme de Lolo y Lauti (y Rodri) es como una metáfora en continua  metamorfosis. Revela y oculta. Es proteica, provocadora, estrafalaria y ultradivertida. Sin cesar se mueve, se fracciona, se oscurece, parpadea, se expande, comprime y  multiplica. Las tomas, las secuencias y los efectos especiales, al igual que las artistas en escena, subvierten toda identidad unívoca. Cautivan, a la vez que muestran sus costuras. 

Es así como, desde su comienzo, se trasluce la intención de esta Carmen: rendir homenaje, desde Panamá, al gran arte del dragqueenismo y a la comunidad que nació de su práctica contracultural. Y es que –como apunta Esther Newton y lo refuerza Eve Kosofsky Sedgwick– «el drag es menos un acto que un sistema heterogéneo, un campo ecológico», cuyas relaciones se definen tanto a lo interno de ese campo como  hacia la cultura dominante que desafían. 



Esta Carmen parece celebrar el Manifiesto del No, de Yvonne Rainer, pero al revés: 

Sí al espectáculo

Sí al virtuosismo

Sí a las transformaciones, a la magia y al hacer creer

Sí al glamour y a la trascendencia de la estrella

Sí a lo heroico

Sí a lo antiheroico

Sí a la imaginería trash

Sí a involucrar a la intérprete o al espectador

Sí al estilo

Sí al amaneramiento

Sí a seducir con artimañas 

Sí a la excentricidad

Sí a conmover o a conmoverme



Justo la noche del estreno de Carmen en el Museo de Arte Contemporáneo, se le ocurrió al presidente chino visitar al panameño. Por su seguridad, dio la orden (sí, Xi Jinping también manda en nuestro país) de cerrar las calles de buena parte de la ciudad, incluyendo la que lleva al museo. 

¿Qué hacer? Temer y temblar, como dijo aquel danés.

Cuando el supremo líder por fin se montó en su avión, era ya tarde y el embotellamiento tan descomunal, que un trayecto de quince minutos nos tomó dos horas. Se veía a reinas drags, trepadas y despampanantes, bajándose de autos y buses para llegar más rápido a pie. Poco a poco, el MAC Panamá se fue llenando. La directora del museo dio sus palabras al público, la vicealcaldesa prometió luchar más por la comunidad LGTBQ, Lolo y Lauti hablaron, Jamie Fraimpark también, Rodri saludó... Se apagaron las luces. Más de 200 personas sentadas en el suelo vimos (entre gritos, carcajadas y lágrimas) proyectado en la pared más grande de la sala más grande del museo –con la ayuda de un poderoso aparato (prestado) usado para  mostrar fenómenos astrofísicos– algo realmente bigger than life.

Je t’aime, Carmen!

Adrienne Samos   
Panamá, 9 de abril de 2021